martes, 13 de septiembre de 2011

La manipulación

La vida debería ser una suma de elecciones personales, un cúmulo de consecuencias de las propias decisiones, y no, un montón de exigencias impuestas por los demás, sus necesidades o puntos de vista.
Los sentimientos no se imponen, pero muchas veces se manipulan. Las escalas de prioridades no se digitan, pero sí, se presiona sobre la conducta de los otros hasta conseguir las modificaciones deseadas o convenientes para terceros. Las cosas pueden resultarnos importantes, indiferentes o repudiables; agradables o desagradables; amenas, insoportables, exquisitas o aberrantes. En la variedad de creencias, sentimientos y filosofías radica la riqueza. Y lo mejor de todo, es que nada es absoluto ni eterno. Estos estados y elecciones pueden alternarse, invertirse, transformarse cientos de veces, hasta incluso  evolucionar dentro de nosotros mismos.
Lo que es absurdo, es intentar asignar escalas de valores predeterminadas para que los demás sientan, piensen  o crean lo mismo que otros. La manipulación a través de la lástima, la culpa, el ocultamiento  y el miedo me genera nauseas. Sembrar temores  me parece una política realmente nefasta. Infundir sentimientos de culpa en el otro, es tan despreciable como dañino. Y lo peor, es que muchas veces uno ni se da cuenta del manejo del otro, ya que este se da de forma silenciosa y no confrontativa. La manipulación, por lo general, se da siempre por lo bajo y pasa perfectamente desapercibida…
13 de septiembre de 2011 – Diario de Maria Pena, militante activa de ideales profundos, pero completamente apolítica; creyente devota, pero sin religión definida; amante apasionada, pero sin una historia de amor.

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