“Dime, oh Dios, si mis ojos, realmente, la fiel verdad de la belleza miran; o si es que la belleza está en mi mente, y mis ojos la ven doquier que giran.”
Miguel Angel Buonarroti
¡Menos mal que somos de épocas distintas, Miguelito!
No me hubiera gustado cargar en mi conciencia con la culpa de haberle cagado la carrera, nada más y nada menos, que al mismísimo Miguel Ángel.
El tema es que, si nos hubiésemos encontrado cara a cara, no sé que excusa hubiera puesto él para continuar con su teoría de que la belleza estaba por doquier…
Hoy a la mañana me miré al espejo. No salí corriendo porque sabía que estaba sola en mi casa y que la imagen que veía reflejada sólo podía ser la mía y no la de algún mamarracho feo y enclenque que había venido de visita.
Si sigo a este ritmo, tengo miedo de que después de muerta, me embalsamen para exponerme en el Museo de Ciencias Naturales de la Plata. De verdad lo digo. Soy el estereotipo perfecto de la fealdad en su estado más puro. Una caricatura inmaculada de la asimetría. Un verdadero adefesio humano.
Antes era, simplemente, fea. Ahora estoy fea, gorda, blanda, peluda, pálida, arrugada y con una maraña pajosa e ingobernable en la cabeza.
Igualmente, tan mal no estoy… Con unas cuantas cirugías, una buena dieta balanceada, una rutina diaria de dos horas en el gimnasio, una depilación profunda, varias sesiones de cama solar, una milagrosa crema anti-age y una visita a la peluquería, más o menos estamos…
27 de agosto de 2011 – Diario de Maria Pena, a pasitos nada más de convertirme en toda una sex symbol...
Dedicado a T.A.M. que utiliza el calificativo “adefesio humano” para describir su estado natural de forma cotidiana.
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