lunes, 1 de agosto de 2011

¿Quién es Maria Pena?

Hace un par de días, un anónimo dejó este comentario en mi blog, en la página ¿Quién es Maria Pena?http://mujersintalentos.blogspot.com/p/quien-es-maria-pena.html :
“CREO QUE TIENES DEMASIADOS DEFECTOS PARA SER REALES, ¿NO ESTARÁS EXAGERANDO UN POQUITO?”
Bueno, como lo que me sobra en la vida es caudal verbal, le dejo esta carta abierta como respuesta.

Carta abierta a un anónimo

Que soy fea, eso lo sabe todo el mundo. Es una cualidad que salta a la vista y me imprime personalidad. Puedo ser simpática, divertida, hasta incluso, el alma de la fiesta, pero si hay algo que no soy, es estéticamente armónica.
Lo de bipolar, es más que obvio. Basta con leer una semana seguida de mi diario en este blog para darse cuenta de ello. Antes, a las desequilibradas emocionales, se nos decía simplemente “locas de mierda”, ahora, se nos da un nombre más sofisticado “bipolares”.
Lo de la celulitis, flaccidez, falta de tonificación en los brazos y estrías en el culo, señor anónimo, lo padecemos absolutamente TODAS las mujeres. Algunas en mayor o menor medida que otras, eso es verdad, pero el “yo no tengo nada de celulitis” es una vil patraña, una mentira descarada y escandalosa.
Por otro lado, el perfil griego lo tengo; jamás publicaría una foto de perfil mía en ningún lado. El dedo roto del pie izquierdo y las durezas del talón las luzco solamente en verano cuando visto sandalias u ojotas. Las orejas de Dumbo las tapo con el pelo, al igual que uso mi flequillo para disimular mi frente prominente con sus arrugas.
Mi falta de talento para la música no me priva de disfrutar del canto, los que sufren son los que me escuchan, pobres. Mi especialidad en la danza es el carnaval carioca. Más que eso, no le pida a mi cuerpo. Pareciera que este no reconoce las extremidades a la hora de coordinar movimientos rítmicos cuando bailo.
La postergación en la depilación invernal, tiene que ver más con un instinto de supervivencia que con una falta de determinación para hacerlo o simple dejadez. Todos los animales usan su pelaje para protegerse del frío, ¿por qué no lo voy a hacer yo también?
El tema de la comida entre los dientes, es todo un tema. Con esto, no quiero decir, mi querido anónimo, que ando por la vida con un pedazo de milanesa de soja a la napolitana entre las paletas de adelante. Para nada. Los restos de comida se me atascan en los colmillos, bien pegadito a la encía. Pero por suerte, para eso están los amigos que me avisan si se me ve algo verde o rojo, cuando me río.
Lo de las menstruaciones abundantes es hereditario, a mi madre también le pasaba. Las toallitas con alas comunes o ultrafinas no son suficientes. Por lo general, uso las súperabsorbentes nocturnas que me mantienen más segura todo el día. Así y todo, cada dos por tres, sufro algún que otro desborde.
No sé cocinar, ni quiero aprender a hacerlo. Entiendo que la comida es una ofrenda de amor que se le hace a la familia todos los días, pero prefiero expresar mi cariño utilizando otro tipo de recursos como la charla, los gestos, los mimos o la compañía. La prueba de amor más grande en mi caso, es que alguien se tome un trago de mi café sin gesticular nada. Jamás le engancho el punto justo; o está demasiado fuerte, o muy suave, o intomablemente dulce, o se me hierve el agua. Sólo en ocasiones especiales lo bato para que sea espumoso porque me da mucha fiaca.
Lo de las hemorroides, le puede pasar a cualquiera, sólo que muy pocos lo admiten públicamente; lo mismo que ¿quién no se contagió hongos en una ducha alguna vez? El famoso pie de atleta. Por suerte, ya hice el tratamiento para erradicar esos desagradables y olorosos champiñones. No obstante, estuve cuatro meses con los dedos naranjas de ponerme yodo todos los días, además de arruinar varios pares de medias.
Las piezas dentarias faltantes ya tuvieron sus reemplazos y ahora estoy con el equipo completo de nuevo. Paradójicamente, tener todos los dientes otra vez, me costó un ojo de la cara.
El pelo grueso en la teta lo tengo desde que me acuerdo y me lo saco con la pincita apenas me empieza a crecer. Los moquitos secos se me asoman de la napia aunque no esté resfriada y disimulo para sacármelos porque me pican. Me como las uñas de nerviosa y ansiosa no más.
No me gusta aparentar ser más de lo que soy, tengo un celular del año del pedo y no me engancho en usar palabras que están de moda para nombrar cosas cotidianas como “gym” en lugar de “gimnasio”, o colores “camel” y “coral” para hablar del “beige” y “rojo”.
Mi enorme cabeza es un regalo del abuelo y las liendres son obsequio de sobrinos y vecinitos. ¡Por suerte, existe el peine fino!
Mi ombligo es enorme por culpa del obstetra que atendió a mi madre en el parto y me lo anudó así. Aunque en este punto debo admitir, que en ciertas ocasiones, me dijeron que mi pupo era sexy.
Mi baja autoestima para elegir pareja me jugó en contra toda la vida. Así soy de inoportuna e insistente para los llamados cuando quiero compartir con alguien una gran alegría o una profunda tristeza. Hablo demasiado, de eso no hay ninguna duda.
No califico para ningún préstamo porque tengo un sueldo de mierda, pero así y todo, me levanto todos los días bien temprano para ir a laburar. Alquilo desde los 18 años porque siempre fui muy independiente, pero a su vez, esto no me ha permitido ahorrar ni un centavo. Vivo al día.
Mi extremismo a la hora de vibrar con las cosas que me pasan se traduce en mi tono de voz y mi risa fuerte y explosiva. No lo puedo evitar. Vine con megáfono incluido. 
Jamás aprendí a manejar, a pesar de que algunos de mis ex me han intentado enseñar a hacerlo. La premisa machista de “maneja como el orto, seguro que es una mina” se aplica perfectamente en mi caso, no por ser una mujer al volante, sino porque simplemente manejo como el culo.
Por último, lo de celosa, envidiosa, impulsiva, obsesiva, perfeccionista, egocéntrica, torpe, llorona y ciclotímica, no tengo porqué esconderlo. Querido anónimo, soy todas esas cosas y más, pero intento reivindicarme siendo una buena persona. No reniego de mis defectos, ni intento esconderlos debajo de la alfombra. Tampoco me enorgullezco de tenerlos. Simplemente, los acepto y me río de ellos y con ellos encima.

1 de agosto de 2011 – Diario de Maria Pena, como dice Tita Merello en el final de su canción “…¡Yo soy así!” Chin, pun.

2 comentarios:

  1. si...si...si, esa es Maria Pena y si duda de vos que mejor no te lea, los que ya te conocemos te queremos así, original y sincera hasta el tuetano... Al anónimo... que se acepte con sus defectos que de seguro los tiene y que después venga a leerte... Laura de Neuquen.

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  2. pufff que descripción minuciosa... siempre quise redactar una sobre mi persona... defectos y virtudes tenemos todos... y yo también en demasía... creo que lo importante es intentar ser buena persona... hacer lo mejor que se pueda, y reírse de uno mismo antes que fingir la perfección inexistente, mantenerse en pose va perdiendo sentido aunque la mayoría de las veces no sea criticado, y si se burlen muchos de el mostrarse uno como es
    Bravo Bravo por María Pena!!!!!
    Sol

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