Las excusas que las personas usamos para excusarnos de nuestra gordura son realmente geniales. Decimos cualquier cosa con tal de no reconocer nuestro exceso de grasa y sobrepeso. Cuántas veces hemos escuchado frases con excusas realmente insólitas y que además, todo el mundo sabe, que son eso, simplemente excusas para no reconocer que estamos “gorditos”. La típica “Sí, sí, yo peso 75 kg pero porque soy de huesos grandes” “Me equivoqué de programa y puse las remeras con agua caliente en el lavarropas, es eso, se debe haber achicado” “Es que tomé mucha gaseosa ayer, por eso estoy así” “Lo que pasa es que estoy con retención de líquidos, ¿viste?”, etc, etc, etc.
Hoy a la mañana, me crucé con la vecina del 2do “E”. Doña Julia es divina. Vive sola con su gato. Es amable y muy reservada. Raro encontrar gente así dentro de un edificio. Desde el verano que no la veía. Pensar, que yo me separé de mi ex a fines de enero y engordé, sistemáticamente, dos kilos por mes desde ese día hasta hoy. Es decir, haciendo un rápido cálculo mental, que la última vez que nos vimos con mi adorable vecina octogenaria, yo estaba 16 kilos más flaca.
Doña Julia es una mujer encantadora, incapaz de decir o hacer algo que lastime a alguien.
-Maria, ¡qué alegría verte! Hacía mucho que no nos cruzábamos. Es que yo estuve bastante mal de salud. Recién ahora me estoy animando a salir un poco…
-¡Uy! No sabía nada… Menos mal que ya está mejor entonces. Se la ve muy bien. ¡Usted siempre tan linda! ¡Y tan guapa!
Pobre mujer. La puse entre la espada y la pared. Yo le había dicho un piropo, un halago, y ella se veía en la obligación moral de devolverme el cumplido. La noté incómoda, entonces fui yo la que rompió el silencio para descontracturar la situación.
-Yo me separé. Estoy viviendo sola desde finales de enero. Hoy puedo decirle que me siento muy bien. Éramos muy distintos. Al principio me costó aceptar la idea, pero era inevitable…
-¡Ay, Maria! Menos mal que me contaste. No me animaba a preguntarte. Hay veces que uno no entiende por qué pasan las cosas cuando pasan, pero después, con el tiempo, uno se da cuenta que todo pasa por algo en la vida y no hay mal que dure cien años...
-Ni cuerpo que lo resista, Julia – agregué. - Bueno, en mi caso, engordé más de 15 kilos. Estoy hecha una vaca inflada.
-Y seguramente el stress te produjo trastornos a nivel digestivo. ¿No te hiciste ver? Capaz estás con inflamación intestinal, por eso estás tan hinchada – me dijo, intentando buscar un atenuante para describir mi protuberante abdomen.
-Y… Puede ser que sea por eso – le contesté. Y mientras me reía buscando su complicidad, añadí - Lo raro es que esa “hinchazón” sea de grasa, y que me haya hecho metástasis en el culo, las piernas y hasta en los brazos; en todo mi cuerpo, menos en las tetas…
7 de octubre de 2011 – Diario de Maria Pena, menos mal que justo llegábamos a la planta baja. Doña Julia es un amor, y yo a veces para hablar, soy una bestia…
Sos una genia!!!!!! he leido casi todo lo que escribiste, es mas! tengo tu blog como favorito, me siento muy identificada con las cosas que decis, segui asi!!!
ResponderEliminaresa “hinchazón” sea de grasa, y que me haya hecho metástasis en el culo, las piernas y hasta en los brazos; en todo mi cuerpo, menos en las tetas… Buenísimoooooo!
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