jueves, 20 de octubre de 2011

Cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad

“El destino puede seguir dos caminos para causar nuestra ruina: rehusarnos el cumplimiento de nuestros deseos y cumplirlos plenamente.”
Henry F. Amiel

Cuando la ley de atracción se vuelve implacable y todo lo que deseamos se da literalmente, corremos un gran peligro.
Imaginamos nuestras vidas perfectas con todos nuestros deseos cumplidos pero solemos olvidar las consecuencias y repercusiones de esos mismos sueños lanzados al viento.
Una vez deseé profundamente que un cambio se produjera en la persona que amaba y el cambio se produjo de forma permanente. Quise hacer un viaje de ensueño, y conocí lugares increíbles. Soñé ser parte de una leyenda, y lo fui de una forma inolvidable. Ansié moverme con independencia y tuve mi propio espacio y motor. Anhelé vivir un amor de novela, y lo sentí tan intensamente que hasta llegó a desgarrarme. Me propuse desarrollarme profesionalmente y fui exitosa… Pero, a pesar de tenerlo todo, no fui feliz…
Jamás desoí mis deseos. Las utopías siempre han sido el combustible de mi vida. Pero cuando todos aquellos anhelos se cumplieron a rajatabla, fui desmedidamente desdichada. Estaba desorientada. Sin tiempo para reinventarme, aplastada por el mismo peso de mi propia felicidad insatisfecha a pesar de tener todos mis deseos cumplidos.
Siempre me sentí fuera del mercado de oferta y demanda de las pelotudeces de moda. Mis deseos no suelen estar anclados de superficialidades ni colonizados por frivolidades. No obstante, puedo dar testimonio, de que el día en el que el genio de la lámpara maravillosa me concedió todos deseos, no fui feliz; y eso, que la mayoría de mis sueños tenían más que ver con lo espiritual que con lo meramente contingente o trivial.
Tanto deseo cumplido en lugar de purificarme, me intoxicó. Me desbalanceé por completo. Perdí el eje. Se apagó el motor que me impulsaba. Me desbordé. Sentí una imperiosa necesidad de experimentar bienestar por todo lo recibido pero esa sensación jamás llegó. No fue la ansiedad la que convirtió mi éxito en fracaso. Fue, la concreción de todo lo anhelado la que me dejó dando vueltas como un trompo, carente de apetito y preguntándome por qué creía que todos aquellos deseos cumplidos serían la fuente de mi felicidad…
20 de octubre de 2011 – Diario de Maria Pena, mujer de destino aun incierto pero de deseos renovados.
“Cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad.”

3 comentarios:

  1. ups! me parece que revisare mis intenciones...

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  2. Oye, ya encontré la solución para los problemas al comentar que teníamos tú y yo! (que nos pone un mensaje: "tu cuenta actual no tiene acceso para ver esta página".

    Hay que desmarcar la casilla "no cerrar sesión" que aparece al lado de la contraseña cuando accedas a tu cuenta.

    Esto me resolvió el problema!

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  3. ¡Gracias Kiara! Creo que puedo decir "PROBLEMA SOLUCIONADO"

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