A mis queridos papis:
Ya sé que manguear regalos no está bien, pero en esta oportunidad es diferente. Sé que ustedes hicieron, hacen y harán todo lo que pueden por darnos lo mejor a mis hermanos y a mí, y que la plata no la cagan. (Eso también lo aprendí en carne propia, con el paso del tiempo… ¡Cómo duele el quetejedi para conseguir un mango a veces!) Pero bueno, no es momento de hablar de dinero ni superficialidades. Hija se es toda la vida. Mi edad biológica supera las tres décadas, pero en mi corazón hay todavía una pequeña niña que ríe y sueña... Y como se acerca el Día del Niño, es que, humildemente, me animo a pedirles un regalito. Una Barbie. Si ustedes quieren, pueden hacer valer este presente para más de una ocasión e incluir además del Día del Niño, mi cumpleaños, navidad y reyes. Porque, de verdad, es algo con lo que siempre he soñado. Mi mayor anhelo, mi deseo, mi fantasía, mi ilusión…
¡Gracias papi por llevarme todas las mañanas a la escuela cuando era chiquita! ¡Gracias mami por peinarme la maraña que tenía en la cabeza todas las noches! ¡Gracias a los dos por estar siempre conmigo, darme lo mejor y hacerme tan feliz!
Los quiero con todo mi corazón.
Su adorable hijita, Maria.
PD: ¡Ah! Una cosita más, después de este último, pero infaltable, párrafo demagógico, les adjunto la foto de la muñeca que quiero. Justo está en oferta. La Barbie común está más de $100, y la que yo quiero, a sólo $25. (¿A qué se deberá tanta diferencia? Ni idea.)
28 de julio de 2011 – Diario de Maria Pena, ¡gracias Mattel por finalmente crear una Barbie con la que me puedo identificar!
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