sábado, 22 de octubre de 2011

No pasa naranja

El mismo día que lo conocí me deslumbró. Era atento, tímido y muy dulce.“Es más bueno que el Quaker”, pensé. Además, se mostraba muy caballero, todo un bombón.  Yo tenía ganas de partirlo al medio como a un queso, pero me contuve. No quería que mis impulsos arruinaran todo. Era un jamón del medio, no lo iba a dejar escapar. Estaba más bueno que comer pollo con la mano. “Una manteca”, según el Bambino Veira.
Contuve mi ansiedad y esperé toda una semana para verlo. Sin embargo, hablábamos todos los días por teléfono. Siempre fui un queso en el tema del amor. Una persona asfixiante. No obstante, me mantuve tranquila. El que se quema con leche, ve la vaca y llora. A pesar de que me decía cosas hermosas, intenté ser prudente, pero no pude evitar dejarme convencer cuando me dijo algo sobre creer haber encontrado a su media naranja y que sentir algo así no era una papa, no era fácil de encontrar.
Ese sábado, cuando salimos los dos solos por primera vez, yo estaba muy nerviosa. Después del primer beso me puse roja como un tomate. La frutilla del postre fue que terminamos en su departamento y sin demasiado preámbulo, fuimos a los bifes. Me lo quería comer crudo. Y, sí. Al pan, pan y al vino, vino. Una mujer que acepta ir sola al departamento de un hombre un sábado a la noche, está entregada en bandeja.
Estaba en el horno. Completamente seducida por él .Entonces, decidí jugármela una vez más, y tiré toda la carne al asador y le dije:
-          Creo que estoy enamorada de vos.
-          Me importa un rábano – me contestó – Ya tuvimos sexo. Estoy fresquito como una lechuga. Listo el pollo y pelada la gallina. Me voy a casa. La pasé un kilo y dos pancitos pero no quiero compromiso.
Otra vez sopa. Otro fracaso en puerta. Otro trago amargo. Me había hecho torta. Quería cortarme las venas con una galletita de agua.
-          Pero yo te soñé conmigo para toda la vida. Me hiciste puré con lo que me dijiste. No me importa si sos rico o pobre. Contigo pan y cebolla. Te acordás lo que me dijiste de la media naranja y todo eso…
-          Vos sí que tenés un maní en la cabeza. ¿Estás mal del coco? No me rompas los huevos con eso del amor. ¿O todavía crees que los seres humanos nacemos de un repollo?
-          Pero no entiendo un pepino. Hasta ayer, eras el hombre más bueno del mundo. Si hasta hablamos de lo difícil que era encontrar a alguien que te complemente…
-          No me infles las guindas, flaca. Estaba lo más pancho en mi casa y vine porque sabía que me tenías ganas. Me tenés los huevos al plato con tu discurso de princesa de Disney. A mí, las mujeres me gustan más que el dulce de leche… Así qué, agua y ajo. ¿En qué momento te creíste el cuentito de hadas? Para que te de bola más de una noche, por lo menos, tendrías que largar los postres
Esa fue la gota que rebalsó el vaso. Puedo humillarme ante cualquier perejil, pero lo de “gorda”, eso sí que jamás lo voy a aceptar a nadie. Entonces, salté como leche hervida.
-          La verdad, tenés razón. Es como pedirle peras al olmo. Dejá de hacerte el banana. No ves que sos un papa frita, un pescado, un salame. Sos un nabo que se cree picante y se come los mocos. Te diste vuelta como un panqueque una vez que conseguiste lo que querías. Eso es de mala leche. Agua que no has de beber, dejala correr. Y yo con hombres como vos, prefiero dar un paso al costado. Sos una manzana podrida. Buscate a otra, una más parecida a vos. Pan con pan, comida de zonzos. Pero con lo híbrido de tu carácter, eso es lo que te merecés…  No pasa naranja. Todo bien. Seguí participando. Y agradecé que no soy de las que andan por ahí, comentando lo de tu chizito...
22 de octubre de 2011 – Diario de Maria Pena, ¡chupate esa mandarina!

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Y fueron felices (cada uno por su lado), pero no  comieron perdices porque ella era vegetariana.
BONUS TRACK
¿Qué gusto tiene la sal?
Salado

Dedicado a P.T.

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