martes, 9 de agosto de 2011

¿Estás bien? Te noto demacradita…

La convivencia laboral es todo un arte y yo no me considero una persona muy diplomática que digamos. Por el contrario, cada dos por tres se me salta la chaveta y ¡otra que la bomba atómica! ¡Termino víctima de mi propio tsunami verbal!
Ayer, protagonicé esta hermosa conversación con una compañerita de trabajo que me lleva unos cuantos añitos. Ella habla todo con diminutivo, viste una rebosante sonrisita falsa todo el día y cubre su estirada piel del rostro con toneladas de revoque, labios rojos, cejas delineadas y pestañas postizas. Prácticamente no interactúa no el personal femenino de la oficina. Su especialidad son los solteros, divorciados, separados, casados, juntados, etc., etc., etc.
Yo estaba concentrada, completando unos formularios en la compu, cuando de repente la veo parada frente a mí:
- Che Maria, hace un par de días que no te veo bien, ¿estás enfermita? – me preguntó con un tono irónico que me hizo dudar. Las yeguas trepadoras como ella, jamás hacen preguntas inocentes o como mero gesto de buen compañerismo.
- No, para nada. ¿Por? Estoy un poco cansada, nada más.
-  ¡Ah, me quedo más tranquila! Parecés enfermucha. Te lo pregunto porque cada día te noto más demacradita y además, hoy a la mañana, vi al Doctor Martínez salir de tu oficina... Capaz vino a hacerte un “service”, digo, una visita domiciliaria…
- Mmmm… No sabía por qué lado venía tu” preguntita”. Ahora entiendo todo… Gracias por preocuparte, divina. Pero estoy muy bien de salud. El doctor vino a buscar unos papeles que me dejó Ramírez.
Tenía ganas de matar a esa envidiosa mosquita muerta pero conservé la calma todo lo que pude, hasta que la muy lengua bífida arremetió con todo y me dijo:
- Bueno. Me quedo más tranquila. Creí que estabas enfermita y que el doctor había venido a tomarte la temperatura personalmente… Pareciera que estás hirviendo, nena…
- Mirá, vieja de mierda. Acá el gato sos vos. Larga y reconocida reputación tenés. ¡Giro de cuarta! Cada vez que tu marido viaja al interior, se ve salir a varios militares de tu casa. ¿Y sabés? Yo te encaro para preguntarte si te estás por enlistar en el ejército o si te estás preparando para la guerra, ¿o sí? Lo que pasa es que a vos, no sólo los militares te dan bomba cuando tu esposo no está, también los plomeros vienen a destaparte los caños, los carpinteros te clavan por todos lados y los albañiles te dan masa

9 de agosto de 2011 – Diario de Maria Pena, mujer demacrada pero sana, civil pero guerrera…

No hay comentarios:

Publicar un comentario