domingo, 4 de septiembre de 2011

Se me cerró

Se me cerró. Y, sí. Después de mucho tiempo de tenerla en desuso, se me obstruyó la entrada. Se me cerró el buraco. Se me tapó el agujero. Como si fuera una especie de cauterización natural de mi propio cuerpo.
Poco y nada estaba entrando últimamente por aquella zona abandonada, así que, casi por voluntad propia, la misma decidió poner un punto final a su etapa activa y autoclausurarse.
Fue la falta de uso, sin duda, la que hizo estragos. El área de ingreso fue lentamente estrechándose hasta constreñirse por completo. Hoy, ya no hay retorno. Se me cerró, y punto.
Lamento profundamente que esto ocurriera. ¡Tantas alegrías que me dio! ¡Tantos hermosos e inolvidables recuerdos! ¡Éramos tan jóvenes! Igualmente, no creo que el mundo note su cierre. Nadie excepto yo, la va a extrañar. Últimamente mis manos eran las únicas que andaban por allí.
Cuando algo se termina o se cierra, nunca mejor utilizado el término, es inevitable navegar por mares de añoranza y melancolía por lo que se ha ido…
Recuerdo aquella primera vez, como si fuera hoy. La clásica frase “Tranquila, relájate, confiá en mí, no te va a doler…” Mi cara de pánico. La rigidez de mi cuerpo. Tenía tan sólo 16 añitos. Toda una inexperta. Dulce, virginal, titubeante… Dolió. Sí. La primera vez siempre duele. Y sangró un poco, también. Debo admitir que no lo disfruté en absoluto. Sin embargo, con el paso del tiempo, hacerlo se tornó algo natural y placentero.  Al principio era todo parte de un ritual parsimonioso, cuidando las formas y evitando movimientos abruptos o violentos en cada penetración. Pero no hizo falta que pasara demasiado tiempo para que cada acto se volviera agradable, y hacerlo, parte de mi cotidianeidad.
Hoy, todo ello forma parte del pasado. Hoy, se me cerró y dudo que se vuelva a abrir. Estoy sola, sin pareja, y no me avergüenza decir: “Se me cerró el agujerito. El que me hice en la oreja, a los 16. Hacía años que no usaba la perlita de plata que me regaló mi abuela, y hoy, ese abandono se traduce en su cierre natural; en un adiós para siempre.”
4 de septiembre de 2011 – Diario de Maria Pena, por las dudas, hoy mismo me pego una buena plumereada en la cachufleta. ¡No vaya a ser cosa que se me cierre también!
¡Aguante el agujerito!

2 comentarios:

  1. jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! prometo pasar por aquí más seguido! esta fue mi primera vez, y no ha sido dolorosa, sino muy placentera.

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  2. Seguiré tu consejo de desempolvarme la cachufleta, ¡a ver si todavía se me cierra!

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