viernes, 15 de abril de 2011

El doctor, su esposa y su hija

Casi todas las mujeres coincidimos que estar indispuesta no es nada agradable.
Pero todas, absolutamente todas, afirmamos con seguridad que si hay algo que nos fastidia más que estar indispuestas es que nos pregunten si estamos “en esos días” cuando nos ven de mal humor.
¡Cómo olvidar la frase con la que mi ex novio me dio la bienvenida al hogar marital aquella fría noche de invierno! Logró, con una simple combinación de palabras, que el terremoto de Caucete del año 77 fuera un poroto comparado con la furia natural femenina que desató después de su comentario.
Eran las 9 de la noche. Yo no había tenido un buen día. Mi jefe había estado insoportable y mi cuerpo estaba atravesando el primer día del ciclo menstrual. Las ojeras las tenía por la cintura y el dolor de ovarios por la garganta.
Aun estaba con el picaporte de la puerta en la mano, cuando siento la mirada de mi ex desde el sofá clavada en mi espalda. Ni siquiera se dignó a esperar a que mi cuerpo masacrado por el cansancio ingresara al departamento y me preguntó:
-¿Qué comemos gorda? ¡Dale apurate que tengo un hambre!
Para evitar conflictos, simulé que no lo había escuchado.
Creo que mi indiferencia y su falta de diplomacia fueron la combinación perfecta para comenzar con la detonación.
Mirándome burlonamente me dijo:
-¡Ah, bueno! Por lo que veo no viniste sola. Estás acompañada por el “Doctor Rojas y su esposa Dolores” – e irónicamente agregó – ¡Hacía como un mes que no los veía!
Ese paralelismo metafórico encendió la mecha. Parecía que mi amorcito estaba muy afilado esa noche y mis hormonas alteradas decidieron responderle sin demasiados preámbulos:
-¡Pero qué sorpresa! ¡Mirá mi amor, no vinieron solos! Trajeron a su hija “Manuela”. ¡La única que te puede hacer compañía hoy a la noche!
Pasamos una velada memorable. Yo con el doctor y su esposa, y él junto a su fiel amiga de la adolescencia…

15 de abril de 2011 - Diario de Maria Pena, paciente del doctor Rojas.

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