sábado, 16 de abril de 2011

Tres series de quince

El rollito de la espalda, el abdomen prominente, el colgajo de los brazos, el culo poceado y la celulitis en las piernas. Toda mujer de más de 30 años debe aprender a convivir con ellos aunque siempre existe la fantasía de que algún día una MÁGICA CURA llegará.
Cansada de esperar el milagro, me decidí y llamé al gimnasio de la vuelta de mi casa e hice mi reserva con un personal-trainner llamado Nico.
Lunes
Empecé mi día bien temprano. Mi idea era ir primero al gimnasio y de ahí al laburo. Fue bastante difícil levantarme, pero todo cambió cuando lo tuve a Nico delante de mis ojos. Morocho, musculoso, bronceado, hermosa sonrisa de dientes blancos…
El bombonazo me hizo un tour por todo el lugar, me mostró el área de aparatos, el salón de yoga, el spa, la pileta, los vestuarios. Yo deseaba que fuera el edificio más grande del mundo para que la excursión no terminara nunca. Le hice todo tipo de preguntas estúpidas que me garantizaban su exclusividad aunque fuera por un rato por ser la alumna nueva.
Comencé con una clase de spinning. No tenía idea lo que era, pero como él era quien la daba me pareció una idea genial. A los 10 minutos de empezar sentí que el corazón me iba a salir eyectado del pecho. Creo que él también se dio cuenta, paró la clase y delicadamente, tomó mi mano para tomarme el pulso. Me ordenó que parara inmediatamente y que caminara un rato para bajar las revoluciones. Yo le eché la culpa a él, su mirada y sus glúteos redondeados.  ¡Qué más podía esperar! Yo estaba completamente fuera de estado y además hacía más de 5 meses que nadie me tocaba  ni con un palo.
Martes
No me podía despegar de la cama. Me dolían hasta las muelas. Pero Nico me estaba esperando. Me depilé las cejas, me encremé hasta los tobillos, me puse perfume por todo cuerpo y salí.
Nico me recibió con su increíble sonrisa y un beso que aceleró nuevamente mis pulsaciones, aun antes de empezar con los ejercicios. Me pidió que me recostara boca arriba para hacer abdominales. ¡ABDOMINALES! Si Thalía se había sacado las costillas flotantes para parecer más delgada yo proponía extirparme los abdominales para sacarlos de mi cuerpo; hacía más de 10 años que no los usaba, ya creía que los había perdido.
En un momento llegué a pensar que ese ejercicio debía ser incluido dentro las 10 torturas más dolorosas del mundo. Pero allí estaba él. Esperándome cada vez que yo despegaba mi cuerpo del piso con su aprobadora sonrisa y esos tiernos guiños cómplices que me realizaba... ¡Me sentía renovada! ¡Cómo nueva!
Miércoles
La única forma de levantarme de la cama fue muy despacio y de costado. Hasta en un momento llegué a pensar en comunicarme con el cuerpo de bomberos de la zona o contratar una grúa para sacarme de la cama.
Hernia inguinal. Mínimo. Hasta cuando respiraba me dolía la panza.
Pero no me di por vencida. Caminar esa cuadra y media se transformó en casi una aventura épica. Debía luchar contra todo tipo de dolores musculares en lugares que yo desconocía de mi propio cuerpo.
Nico me había prometido que me ayudaría a ponerme en forma y a disfrutar más de la vida... Yo ya había empezado a sospechar.
Esa mañana cuando lo vi, noté que me estaba esperando con sus dientes de vampiro y su sonrisa me hizo acordar a la de Jack Nicholson en Batman. Hicimos espalda, hombros y brazos. Me dolía hasta el apellido y hasta creí que me había vuelto inmune a los efectos de los analgésicos.  
Jueves
 No pude evitar llegar media hora tarde. Atarme las zapatillas me llevó más de 20 minutos.
El cheto de Nicolás me puso a saltar la soga pero apenas se distrajo, salí corriendo a esconderme en el vestuario de las damas. Mandó a otra entrenadora a buscarme y como castigo, me puso a trabajar en la máquina de remo. Yo ya estaba hundida.
El maldito me mandó a la nutricionista, una flaca de porquería que me dio una cátedra de alimentación sana y que, seguramente, no tenía idea de lo que es morirse de hambre.
Viernes
Odio al hijo de puta de Nicolás más que a cualquier otro ser humano que haya odiado en la historia del mundo. Estúpido, superficial, versero, falso, mujeriego, mononeuronal y desgraciado. Si existiera una parte de mi cuerpo que pudiese mover sin un dolor desesperante, lo ahorcaría para que sintiera en carne propia lo que es quedarse sin aire.
Apenas llegué al gimnasio, me propuso hacer de nuevo abdominales. ¡YO NO TENGO ABDOMINALES! ¡SÓLO GRASA ABDOMINAL! Jamás lo entendió y siguió insistiendo.
Esa tarde, falté a la oficina. Mi cuerpo agonizaba.
Sábado
El hueco anormal de Nicolás dejó un mensaje en mi celular con su voz de sex-symbol de cabotaje preguntándome por qué no fui hoy. Sólo de escucharlo me dieron ganas de tirar el aparatito a la mierda, pero no tenía fuerza ni para levantarlo de la mesita de luz…
No me animaba siquiera a pensar por miedo a que eso involucrara algún tipo de músculo.
Prometí  nunca más volver a pisar ese infierno creatina, suplementos energéticos, aminoácidos y esteroides anabólicos…
Ya estaba curaba.

“FELICES LOS GORDOS Y LAXOS PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS”

16 de abril de 2011 – Diario de Maria Pena, mujer fláccida y laxa. ¡A mucha honra!

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