"El espejo no sabe mentir; lo que le dijeron ha de decir." Anónimo.
Pero no tan sólo eso… Lo que morfaste ha de vomitarlo en adiposidad en tu cuerpo… Lo que no fortaleciste en tu músculos ha de debilitarlo en tu autoestima… Lo que envejeciste con el paso de los años ha de reverdecerlo en juvenil envidia…
El espejo. ¡Maldito estandarte de la verdad, lo legítimo y certero! ¡Cínico testigo de todos mis defectos que se deleita refregándolos en mi cara! ¡Odio a los espejos! Los odio. Pero hay algo aún peor, aún más detestable que un espejo. Lo que más aborrecí en mi vida, fue esa combinación perfecta de insolencia, sadismo y maldad que se daba cada vez que yo me paraba frente a un espejo en compañía de mi ex.
Recuerdo una noche, después de bañarme. Aún tenía la toalla envuelta en mi cuerpo. Teníamos un casamiento. Mi ex ya estaba listo, con el traje puesto. Estaba impaciente. Fastidioso. Malhumorado. Le molestaba esperar a que yo terminara de arreglarme. Me quité la toalla para ponerme el vestido. Él estaba de pie, justo delante de mí, con su torso como inclinado junto al espejo grande del dormitorio. Quedé desnuda, abstraída por la inconmensurable cantidad de defectos que la imagen del espejo me devolvía. Flaccidez, celulitis, manchas en la piel, arrugas, canas, gordura, colgajos...
- Me siento horrible; vieja y gorda. Me veo fea. Espantosa. Soy un asco. Amor, decime algo lindo, por favor. Estoy deprimida. Necesito un elogio tuyo.
De repente, su gesto osco y poco acogedor, se convirtió en una gran sonrisa. Ya no se mostraba impaciente, parecía tener todo el tiempo del mundo. Me miró a los ojos y me dijo:
- Mi vida, cosas buenas tenés. No te sientas mal. Arriba el ánimo. De la vista todavía estás perfecta…
Un silencio tempestuoso, que duró tan sólo un par de segundos, separó su satírico comentario del mío.
- ¡Gracias! Era justo lo que necesitaba, amor mío. Yo estaba convencida que problemas de visión también tenía. ¡No sabés lo que me cuesta saber dónde tenés el pitito a la noche! Hasta había empezado a pensar en usar una lupa para ayudarme a encontrártelo…
5 de febrero de 2012 – Diario de Maria Pena, mujer gorda, fea y vieja; pero chicata todavía no.
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