Reunión de amigos en casa. Sábado a la noche. Sobremesa.
Las mujeres en la cocina. Una lavaba los platos, la otra secaba, la otra enjuagaba, la otra acomodaba, etc.
Los hombres en el comedor. Uno hablaba, el otro escuchaba, el otro escuchaba, el otro escuchaba, etc.
Desde lejos escucho a mi ex, que para demostrar su innegable sentido del humor ácido e inteligente, hace la siguiente pregunta a los machos que lo rodean: "¿Qué es lo que tiene una mujer una vez al mes y le dura tres o cuatro días?"
Los demás especímenes viriles comienzan a reirse, ya esperando el remate con olor a testosterona en estado puro. Mi ex sonríe, me ve que me voy arrimando hacia él, me toma de la cintura (como todo macho que marca su territorio) y dice: " Una vez al mes y dura tres días... en una mujer... ¡el sueldo del marido!".
Sus amigotes estallan al unísono en una carcajada. Yo los miro y agrego: "Sí, sí, el sueldo del marido y... ¡la menstruación!"
Ellos me miran como con asco. La palabra "menstruación" es practicamente un vocablo prohibido dentro del léxico de un semental.
Yo, disfrutando de la incomodidad que mi hermosa palabra había causado en esa tan varonil conversación, agrego: "Y aunque estemos a fin de mes mi amor, me indispuse ayer, así que dame plata para toallitas y tampones".
Fin de la fiesta.
13 de abril de 2011 - Diario de Maria Pena, mujer sin talentos, que además menstrúa todos los meses...
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