Una vez, por esas vueltas que tiene la vida, me tocó acompañar a un grupo de niños de jardín de infantes a una granja ecológica. Esos gurruminos citadinos, no tenían mucha idea de lo que era la vida de campo. Creo que la mayoría de sus padres tampoco.
Ya casi llegando al final de la experiencia campestre, las maestras propusieron que los chiquillos dibujaran al animalito que más les había gustado. Entonces, nos dividimos en grupos para acercarnos a donde estos animales estaban. La idea era copiarlos en vivo y en directo. Frente a cada corral o pastizal, se desplegaron mesitas llenas de crayones y gruesos lápices de colores para que los pequeños hicieran sus “trabajitos”. Algunos fueron a ver los caballos, otros las vacas, el pavo real tuvo su numeroso grupo de adeptos, los chanchos y las cabras también fueron retratados por los infantes. A mí me tocó el grupo que prefería las gallinas, los gallos y los pollitos. En diez minutos la actividad había terminado y los críos fueron llevados por las maestras a tomar la merienda ya que la tarde de campo estaba llegando a su fin y el horario de la despedida se acercaba. Yo me quedé acomodando todo, recolectando los dibujos de las mesas y juntando del suelo los lápices y crayones caídos. Hasta ese momento, todo parecía normal. Fue un dibujo el que alteró mi calma laboral. El título del “trabajito” era El animalito de la granja que más me gustó, y una nena dibujó un pollo a la parrilla.
24 de noviembre de 2011 – Diario de Maria Pena, basado en una historia real.
El pollito
La vaquita
El chanchito
El caballito
La lombriz
the spoon revolution
ResponderEliminar